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Síntomas y tratamiento de la Ansiedad


La ansiedad es un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y un fuerte sentimiento de inseguridad.



Cuando se sufre ansiedad, la persona experimenta una sensación de preocupación constante, y tiene la impresión de “estar atrapada” y con los “nervios a flor de piel” de forma persistente. También se pueden presentar síntomas físicos, como dificultades de concentración, súbitos vacíos mentales (“quedarse con la mente en blanco”), tensión muscular, trastornos del sueño, irritabilidad y exceso de fatiga sin causa aparente.

Otros síntomas a nivel fisiológico asociados al estado de ansiedad son los mareos, las palpitaciones, la sensación de presión en el pecho, la sudoración excesiva, la sequedad en la boca o las molestias epigástricas (molestias abdominales).


La ansiedad se encuentra relacionada con la expectativa de que algo sucederá, anticipando efectos negativos antes de que la situación llegue, o acaso se produzca. Así, son sentimientos recurrentes en los cuadros de ansiedad: el temor a que uno mismo o un familiar caiga enfermo o sufra un grave accidente, el miedo a perder el empleo, el temor a no ser  capaz de realizar determinadas tareas o de asumir ciertas responsabilidades.


En los niños, es común que la ansiedad se manifieste a través de la constante y excesiva necesidad de protección parental, la angustia extrema ante encuentros sociales cotidianos y las quejas somáticas reiteradas (malestares físicos transitorios que se manifiestan de forma repetida, sin causa física aparente, pero que suelen esconder una causa psicológica).




Técnicas para el tratamiento de la ansiedad


Las técnicas de tratamiento más eficaces que se usan habitualmente en la terapia de los trastornos de ansiedad son de varios tipos: técnicas farmacológicas, técnicas cognitivas, técnicas de relajación de la actividad fisiológica, y técnicas centradas en la conducta.


1. Técnicas farmacológicas:


Los ansiolíticos son un tipo de fármacos que reducen los síntomas de ansiedad rápidamente, lo cuál resulta muy útil en el tratamiento del ataque de pánico, o las obsesiones. Ahora bien, con ellos no se aprende a controlar la ansiedad, por lo que, si se utilizan solos, no suelen curar el trastorno. Son útiles en caso de reacciones intensas, no controlables, pero hay que sustituirlos, poco a poco, por el autocontrol; de lo contrario, suelen degenerar en una adicción a este tipo de fármacos. 

Con muchísima frecuencia, encontramos personas que llevan muchos años tomando ansiolíticos (siete años, diez años, por ejemplo), sin que hayan resuelto su problema de ansiedad y sin que puedan dejar de consumir estos fármacos. 

Sin embargo, en ocasiones el tratamiento farmacológico es necesario, pero se debe acompañar de un entrenamiento en técnicas cognitivo-conductuales (técnicas cognitivas, técnicas de relajación de la activación fisiológica y técnicas centradas en la conducta). 


El tratamiento farmacológico debe estar prescrito y revisado (cada mes, o dos meses) por un especialista en farmacología, por ejemplo, un psiquiatra. Debe evitarse la automedicación, o la auto-experimentación, o el abandono del fármaco por decisión propia, tampoco debe tomarse el fármaco en función de nuestro estado de ánimo, o decidir las cantidades a tomar según nos encontremos, etc. 

Este tratamiento farmacológico debe estar siempre acompañado por un tratamiento de tipo psicológico, que debe incluir las técnicas ya mencionadas de entrenamiento en control de ansiedad.


2. Técnicas cognitivas:


Son una serie de técnicas psicológicas en las que hay que comenzar por dar información sobre el trastorno, su curación, etc. Se basan en el entrenamiento del individuo en técnicas que mejoran su capacidad de auto-observación y auto-corrección de sus pensamientos, su conducta y sus emociones.

Algunas entrenan al individuo a interpretar situaciones de una manera menos amenazante (menos ansiógena). 

Otras entrenan a las personas en habilidades especiales, como la solución de problemas, la toma de decisiones, etc. 

Otras técnicas cognitivas enseñan a identificar pensamientos negativos, errores en la interpretación de la realidad, tendencias individuales que generan ansiedad, etc, para después enseñar a cambiar estas tendencias o procesos.


3. Técnicas de relajación de la actividad fisiológica:


Enseñan a las personas a relajarse, disminuir la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc. Hay que practicarlas todos los días. Existen diversos tipo de técnicas de relajación: muscular progresiva, respiración, imaginación, etc.


4. Las técnicas centradas en la conducta:


Resaltan la necesidad de exponerse a las situaciones temidas, acercándose a los estímulos que provocan la ansiedad (bajo situación de control), todo ello bajo el principio de aproximaciones sucesivas (poco a poco) y el principio del refuerzo (es importante premiarse por los éxitos, y corregir ante los fracasos, en lugar de castigarse). Además, algunas técnicas enseñan al sujeto habilidades personales o sociales para enfrentarse mejor a las situaciones ansiógenas.

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